Me despertó la mañana templada, el recuerdo de dos niños que jugaban, amalgamando ilusiones. Éramos él y yo, su hermana.
En el salón de la casa, por algún cajón, mi padre guardaba cubetas, reactivos y otros utensilios cuya misión, que en otro tiempo desarrollaron, desconocíamos. Los sacábamos, jugábamos y volvían a dormir en el armario.
Siempre viajábamos acompañados de alguna cámara fotográfica. Mi padre nos retrataba. El primer maestro. Pero, se fue muy pronto, dejándonos su recuerdo y sus cámaras fotográficas. Y la certeza de que El Maestro está dentro de uno mismo.
Y Ricardo buscando, vio, con los años, qué a gusto se sentía detrás de aquellas cámaras. Pronto recibiría sus primeros encargos.” Los niños en Navidad, las comuniones de los niños…!”. Le pedían “los niños en carnaval…” en el pueblo de donde era una de sus primeras novias. ¡Y, no es que sea un rompe corazones, aquí el que se rompe es el suyo!
Observando el mundo desde aquel lugar, pronto descubrió otros mundos. La semilla germinada fue buscando y aparecieron otros maestros, Jorge Alonso, Enrique Ros Wagener y su mujer Beatriz, quienes aportaron a Ricardo la necesidad de compartir y le invitan a continuar enseñando.
Éste ha sido el camino recorrido y en el que continúa comunicando. Bebiendo en fuentes que siempre han acompañado su vida; literatura, cine, música… Pero sobre todo la percepción de mundos que han inquietado un alma compleja de dudas y desilusiones, donde la fe en el hombre, a veces, quiebra un espacio vacío, derrotado de contenido. Reconociendo las miradas de otros, diferentes pero iguales.
Verbalizando en uno la totalidad de la conciencia. Éste es un nuevo “viaje” en el que muestra que la luz del buscador es lo buscado.
Y yo, que más puedo decir, que por todo ello le amo, y por menos… con todo mi cariño.
Belén, Lué, Abril de 2007.
© 2007 Ricardo M.Moreno
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